En nuestro país, entre los años 2001 y 2007, han sido asesinadas más de 300 mujeres. La mayoría de ellas a manos de hombres con quienes tenían o habían tenido relaciones de intimidad y confianza, y una cantidad muy significativa a manos de desconocidos que las abusaron, violaron y asesinaron. Esta cifra ha sido construida por la Red Chilena contra la Violencia Doméstica y Sexual en base a casos aparecidos en la crónica roja de la prensa y a la revisión de algunos expedientes judiciales, ya que no existen registros oficiales.
La calificación de los asesinatos de mujeres en los medios de comunicación y en la administración de justicia como ‘crímenes pasionales’ y la presentación de los agresores como sicópatas, impide reconocer los patrones culturales patriarcales de propiedad y de dominio sobre los cuerpos y las vidas de las mujeres que han naturalizado y legitimado por siglos esta permanente violación a sus derechos humanos. No son enfermos: son agresores de mujeres, machistas y femicidas.
El FEMICIDIO es la expresión más extrema de violencia contra las mujeres. Es el resultado de la descalificación, el abuso y la violencia como formas de poder sobre las mujeres. Estos hechos han sido denunciados en Chile por el movimiento de mujeres y feminista y, en particular, por las organizaciones integrantes de la Red Chilena contra la Violencia Doméstica y Sexual que han sostenido acciones y campañas permanentes destinadas a identificar estos crímenes[1].
La campaña ¡CUIDADO! EL MACHISMO MATA, que hoy iniciamos, es un llamado a desnaturalizar la violencia;
a las mujeres, a no tolerar ninguna forma de machismo, abuso y agresión en su contra;
a todos los sectores sociales, culturales y políticos, a no ser cómplices repudiando toda violencia en contra de las mujeres y el femicidio, como su expresión más extrema; y
a las instituciones públicas, a avanzar en políticas coherentes, coordinadas y con recursos para dar protección eficaz y oportuna, servicios de calidad, condiciones materiales y reparación a las mujeres, reforzando su condición de sujetas con poder de decisión sobre sus vidas.
La calificación de los asesinatos de mujeres en los medios de comunicación y en la administración de justicia como ‘crímenes pasionales’ y la presentación de los agresores como sicópatas, impide reconocer los patrones culturales patriarcales de propiedad y de dominio sobre los cuerpos y las vidas de las mujeres que han naturalizado y legitimado por siglos esta permanente violación a sus derechos humanos. No son enfermos: son agresores de mujeres, machistas y femicidas.
El FEMICIDIO es la expresión más extrema de violencia contra las mujeres. Es el resultado de la descalificación, el abuso y la violencia como formas de poder sobre las mujeres. Estos hechos han sido denunciados en Chile por el movimiento de mujeres y feminista y, en particular, por las organizaciones integrantes de la Red Chilena contra la Violencia Doméstica y Sexual que han sostenido acciones y campañas permanentes destinadas a identificar estos crímenes[1].
La campaña ¡CUIDADO! EL MACHISMO MATA, que hoy iniciamos, es un llamado a desnaturalizar la violencia;
a las mujeres, a no tolerar ninguna forma de machismo, abuso y agresión en su contra;
a todos los sectores sociales, culturales y políticos, a no ser cómplices repudiando toda violencia en contra de las mujeres y el femicidio, como su expresión más extrema; y
a las instituciones públicas, a avanzar en políticas coherentes, coordinadas y con recursos para dar protección eficaz y oportuna, servicios de calidad, condiciones materiales y reparación a las mujeres, reforzando su condición de sujetas con poder de decisión sobre sus vidas.
Red Chilena contra la Violencia Doméstica y Sexual
[1] En 2001 la Red Chilena se hace parte de la Campaña "Por la Vida de las Mujeres, Ni una Muerte +" convocada por la Red Feminista Latinoamericana y del Caribe contra la Violencia Doméstica y Sexual en el marco del 25 de noviembre, Día Internacional por la No Violencia contra las Mujeres. La campaña tuvo como uno de sus principales propósitos develar y denunciar el femicidio en los diversos países de América Latina, a partir de los hechos ocurridos en Ciudad de Juárez-México.
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